Lo mejor de los premios Nebula
Selección de Ben Bova
Nova CF
The best of the Nebulas
1989
Marzo de 1994
Traducción de Paula Tizzano, Márgara Averbach y María Cristina Pinto

834 páginas
Ilustración TRAZO

Relatos que contiene:

  • Las puertas de su cara, las lámparas de su boca - Roger Zelazny

  • ¡Arrepiéntete, Arlequín!, dijo el señor TicTac - Harlan Ellison

  • El que da forma - Roger Zelazny

  • Por siempre y Gomorra - Samuel R. Delany

  • Pasajeros - Robert Silverberg

  • He aquí el hombre - Michael Moorcock

  • Cuando las cosas cambiaron - Joanna Russ

  • Voy a probar suerte - Fritz Leiber

  • El vuelo del dragón - Anne McCaffrey

  • Amor es el plan el plan es la muerte - James Tiptree, Jr

  • El tiempo considerado como una hélice de piedras semipreciosas - Samuel R. Delany

  • Un muchacho y su perro - Harlan Ellison

  • El día anterior a la revolución - Ursula K. Le Guin

  • Escultura lenta - Theodore Sturgeon

  • Houston, Houston, ¿me recibe? - James Tiptree, Jr

  • ¡Coge ese Zepelín! - Fritz Leiber

  • De Niebla, Hierba y Arena - Vonda McIntyre

  • La persistencia de la visión - John Varley

  • La gruta de los ciervos danzarines - Clifford D. Simak

  • Los reyes de la arena - George R. R. Martin

  • Jeffty tiene cinco años - Harlan Ellison

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

De los tres premios más importantes que se entregan anualmente en los EE.UU. el Nebula es, seguramente, el que más prestigio tiene. No en vano, a diferencia del Hugo y el Locus, es votado por los miembros de la Sociedad Norteamericana de Escritores de Ciencia Ficción (SFWA), que siempre ha manifestado predilección por obras supuestamente más literarias que el fandom (elector último de los otros dos premios)

Esta antología, aparecida hace ya 7 años y que hasta ahora no había caído en mis manos, es una especie de selección de lo bueno lo mejor y de lo mejor lo superior, promovida por Ben Bova (ilustre editor yanqui, conocido tanto por su destacada labor a la cabeza de algunas de las mejores revistas del género como por su habilidad para la explotación comercial de ciertos autores), y llevada a cabo gracias a una votación entre los propios miembros de la SFWA. Y teniendo la dificultad de realizar una elección en plan Lo mejor de... ya que algunos de los más destacados componentes quedarán fuera por ser el espacio limitado, Lo mejor de los premios Nebula es una inmejorable muestra de lo que el periodo 1965 - 1985 dio de sí.

Es obligado comenzar este breve comentario con dos de las tres obras de Harlan Ellison que se pueden encontrar y degustar entre sus páginas. Ellison, uno de esos outsiders que son apreciados tanto por la calidad de sus historias como por su oposición a la prostitución del género, es un escritor que ha dado lo mejor de sí en la extensión corta y aquí están recogidas algunas de sus mejores historias. Un muchacho y su perro es una descarnada narración ambientada en un mundo postapocalíptico en el que las pandillas de jóvenes gobiernan las calles, muchos de ellos ayudados por unos perros cuya inteligencia ha sido potenciada genéticamente, y las mujeres son meros objetos de los que disfrutar sexualmente. Ellison no hace ninguna concesión y cuenta con pelos y señales las forma tan deshumanizada en la que se comportan todos los personajes, destacando especialmente el propio protagonista, un pequeño hijo de puta capaz de secuestrar y violar a una mujer y "defenderla" de otros pandilleros con uñas y dientes con el fin de tenerla para su propio disfrute. Incluso los que más cercanos se pueden encontrar a nosotros, aquellos que han sido capaces de salvar parte de la civilización encerrándose en unas gigantescas arcologías, no son mucho mejores que los individuos de la superficie mercadeando con sus vidas como si fuese cualquier objeto precioso. Curiosamente el perro que acompaña al protagonista acaba resultando el personaje más humano de la historia. Destila mucho humor negro que en ciertos momentos roza lo macabro, alcanzando el cenit con la sorpresa final, impecablemente contada.

En un tono diferente se desenvuelve Jefty tiene cinco años, un delicioso y sensible  relato que apela a un cierto sentimiento nostálgico. Como su propio título dice, el centro de todo es Jefty, un chaval que tiene cinco años y no envejece. El narrador, un niño nacido a la vez que él, va creciendo mientras que su antiguo compañero de juegos pervive estancado en esa edad. Con el tiempo desarrollará una relación paternal con el chaval y descubrirá que no sólo físicamente se encuentra en esa edad sino que todo lo que le rodea está sacado directamente del período en el que cumplió los cinco años: con su viejo aparato de radio escucha los programas de 20 años atrás, desayuna con cereales ya desaparecidos o utiliza juguetes que hace tiempo se dejaron de fabricar. 

Para cualquier otro escritor de ciencia ficción el meollo central estaría en descubrir cómo es posible este hecho. Pero Ellison no es cualquier escritor. Hábilmente escapa de la necesidad de explicar lo inexplicable y prefiere centrarse en el aspecto humano de la historia, confrontando el pasado añejo que representa Jefty con la cruel realidad que toma la forma de una pantalla de televisión.

Al mismo nivel que estas historias están las dos escritas por James Tiptree, Jr. Es difícil decantarse por una debido a que son absolutamente diferentes. Amor es el plan el plan es la muerte, publicada en Mundos cálidos y otros, representa lo que la buena ciencia ficción puede llegar a comunicar. Es un hábil retrato de una mentalidad completamente alienígena, no sólo en lo que a aspecto se refiere sino también en lo que a su forma de pensar toca. Introducirse en él es duro porque, para empezar, se nos hurta cualquier referente natural que podamos utilizar para introducirnos en la historia. Todo en él resulta extraño y sólo cuando nos hemos sumergido obtenemos la recompensa de la comprensión. Hay que perseverar en la lectura, desentrañar lo que Tiptree va contando y avanzar hasta su ineludible conclusión. Delicioso.

En el lado opuesto cabe situar a Houston, Houston, ¿me recibe? de una lectura más fácil aunque igual de satisfactorio. De factura clásica, cuenta el contacto entre unos astronautas americanos y una misión formada sólo mujeres provenientes de una casi despoblada Tierra del futuro. Deliberadamente Tiptree crea unos personajes arquetípicos y sobredimensionados que le sirven para, por un lado retratar y por otro ridiculizar muchas actitudes que se pueden observar en la población masculina, resultando deliciosamente divertida la forma en la que las hembras del futuro tratan los arrebatos atávicos de los fósiles andantes que representan los astronautas del pasado.

También cabe destacar el relato de Silverberg Pasajeros, fruto del periodo cuando se encontraba en plenitud de facultades, o las dos obras seleccionadas de Fritz Leiber que, aunque son de temática puramente fantástica, resultan una buena muestra de su buen hacer y su certero estilo narrativo. Quizás se echa en falta la que es con toda seguridad su mejor novela corta (también ganadora de un Nebula) y que inexplicablemente no aparece. Por mucho que se pueda decir Aciago encuentro en Lankhmar es lo mejor que salió nunca de su pluma y la cumbre de un subgénero (el de espada y brujería). Lo que realmente enerva de esta omisión no es su no inclusión sino el leer algunas de las otras obras seleccionadas, como las dos intrascendentes novelas cortas de Zelazny, la entretenida pero irregular El vuelo del Dragón o las infumables muestras pergeñadas por Joanna Russ y Vonda McIntyre. Pero bueno. Ya se sabe que la democracia no es perfecta...

Y no quiero obviar los relatos de autores clásicos como Sturgeon o Simak aquí recogidos, bastante menores pero que suponen buenas aproximaciones a sus respectivas obras; O esa curiosa muestra de la nueva ola que fue He aquí el hombre, brillante prueba de que Moorcock además de escribir rápido es, cuando le da, un buen escritor.

Por último no podía eludir el placer que para mí supone hablar de George R. R. Martin, seguramente el escritor con el que más en sintonía estoy hoy en día (junto a Greg Egan). Martin es un habilidoso narrador especialista en crear historias en las que amalgama gran cantidad de géneros y temáticas. Los reyes de la arena es un estimulante pastiche en el que navega entre la ciencia ficción y el terror, y que está vagamente relacionado con un buen relato de Sturgeon, Dios microcósmico, o con los celebrados relatos de Haviland Tuf, recogidos en Los viajes de Tuf. Cuenta los últimos día de Martin Kress, un auténtico hijo de puta aficionado a coleccionar xenomorfos y que, para su diversión, adquiere unos seres conocidos como los reyes de la arena, que viven en un inmenso terrario y que se dedican a construir pequeñas sociedades en su interior (un mundo a pequeña escala). Como las cosas no ocurren al ritmo que el desearía, Kress decide intervenir en la acción y se dedica a hacer judiadas a los seres para que luchen entre ellos y le sirvan de diversión tanto a él como a sus visitantes. Pero, ¡cómo no!, las cosas escapan de su control y el tiro termina saliéndole por la culata. Lo que sorprende de la historia, aparte de la facilidad de Martin para crear seres alienígenas con comportamientos creíbles, es el tono de terror que impregna la historia desde el momento en el que los reyes de la arena entran en acción. Esa incertidumbre que Martin comunica al lector, ese no saber qué va a ocurrir al volver la página, cómo van a reaccionar los reyes cuando Kress les someta a un nuevo castigo, es lo que hace de Los reyes de la arena un relato fuera de serie.

Resumiendo. Lo mejor de los premios Nebula, salvo por la discutible elección de algunos de las piezas que lo forman, constituye un volumen ideal para recuperar un puñado de viejos relatos hoy inencontrables en las librerías, además de ser un posible punto de partida para alguien que quiera introducirse en la ciencia ficción. Merece la pena molestarse en pedirlo en la librería más cercana para leerlo. Imprescindible.

© Ignacio Illarregui Gárate 2001
Este texto no puede reproducirse sin permiso.