Paura
Selección del Colectivo Xatafi
Bibliópolis
Septiembre de 2004
286 páginas
Ilustración Alejandro Terán

Relatos que contiene:

  • La primavera a la cabeza, el otoño a la espalda - Michael A. Arzen

  • Sueño de nieve y barro - Marc R. Soto

  • La mujer reciclada - Pilar Pedraza

  • La ciudad de los ojos - Carlos Gardini

  • Sentirás una cierta pena... - Javier Cuevas

  • La muñeca bailarina - Melanie Tem

  • Dientes - Elia Barceló

  • Y Ella dijo no - Francisco Ruiz Fernández

  • Propiedad intelectual - Santiago Eximeno

  • El domo de la amenaza - Santiago García

  • El círculo se cierra - Sergio Gaut vel Hartman

  • El regalo - Nuria C. Botey

  • Bibelot - Félix J. Palma

Independientemente del resultado final se hacía necesario un libro como éste. Una antología de cuentos de terror contemporáneo que diese la oportunidad a algunos de nuestros escritores más interesados en esta temática de mostrar sus lanzas en un mismo volumen, acompañados de sendos autores estadounidenses que no habían sido traducidos hasta el momento. La necesidad se explica desde el momento que así como historias de diversa extensión de ciencia ficción y fantasía son "relativamente" fáciles de colocar, el terror anda muy de capa caída desde comienzos de los años 90. Resulta algo más que complicado encontrar en las librerías normales de toda la vida libros que escapen a los grandes nombres anglosajones que todos nos sabemos de carrerilla o los clásicos que tiene a bien recuperar (esperemos que por muchos años) Valdemar o Siruela. Una situación complicada de asumir al ser el terror un género literario tan necesario como el resto. Así lo explica la presentación:

Las noticias sobre el avance imparable del Mal entran a diario en nuestras casas. Vivimos escuchando, día tras día, experiencias terroríficas reales. Ya no se trata de un muerto viviente bebedor de sangre que vive lejos en Transilvania. Ahora el individuo que guardaba en maceración con romero y tomillo los deditos de la niña en su frigorífico vivía en una ciudad como la mía, en un barrio como el mío y, ¡por Dios, que alguien haga algo, se parecía a mi vecino! E incluso el máximo terror no queda ahí, sino cuando reconozco que a quien se parece más nuestro amigo el psicópata es al desconocido que sonríe ante mí desde mi espejo y que me jura que soy yo.

El terror se ha vuelto íntimo, personal; muy, muy cercano. Ya no sale casi a la Naturaleza, sino que se queda en lo urbano y, oh, no, juraría que tiene el rostro de la persona a la que amo.

Y eso nos hace sentirnos solos. Para colmo, debemos conformarnos, nadie nos invita a creer. Los medios, los psicólogos, la sociedad nos abronca diciendo que debemos aprender a vivir solos, ser fuertes, no necesitar a nadie porque... porque alguna vez esa persona a la que necesitamos puede ser precisamente quien nos haga sufrir y, ¡cuidado!, hay que estar prevenido. Nunca bajes la guardia, nunca te confíes. Vivimos con miedo y ese miedo se refleja en nuestras lecturas de terror.

Un hermano, un padre, una novia... Todos son sospechosos.

Pero, en fin, también hay cosas buenas, nos dirás, asustado lector. ¿Por qué tener pesadillas con lo que aún no ha ocurrido? En primer lugar porque desde la felicidad hasta la muerte, todo parece llevar al sufrimiento. Nada dura y cual­quier placer es fugaz. Pero, además, porque hoy y siempre el sentimiento más poderoso del ser humano es el sufrimiento. No queremos sufrir, mas, ¿acaso existe algo que nos afecte tanto, que sea tanto parte de nosotros mismos, de quienes somos, como el sufrimiento? Por eso el sufrimiento nos vuelve tan egoístas y por ello siempre debemos encontrar bien cómo justificar nuestro sufrimiento. Debemos ser siempre quienes más suframos porque así quizá nos amen más o así, en caso contrario, quedará justificado el Mal que hagamos. Sí, los seres humanos somos así de horribles. ¿Cómo no nos va a atraer ese personaje cuyo traumático conflicto interior le lleva a resolver sus problemas de la manera más violenta, cruel y egoísta posible? ¡Estará justificado! Por consiguiente, reconozcámoslo, nada debería aterrorizarnos más que el Mal que está justificado.

Y esto nos lleva al razonamiento de Heidegger: la angustia es el sentimiento más definidor del humano. No podemos escapar de ella, pero el propio filósofo sentenció: divina angustia. Divina porque nos obliga a no conformarnos, a no quedarnos parados, a actuar, a dejar impronta de nuestra identidad torturada en el mundo. A no contentarnos con nuestro sufrimiento.

Divina angustia.

Algo que comparto al ciento por ciento. Otra cosa es que los relatos reunidos en la antología traten esta angustia existencial como se apunta. De hecho algunos, caso de "Y Ella dijo no" de Francisco Ruiz o "El domo de la amenaza" de Santiago García, apuntan en una dirección diametralmente opuesta. No obstante, sólo por descubrir "Bibelot", del siempre impresionante Félix J. Palma, merece la pena adquirir el libro. Una de esas fábulas modernas que parece comenzar de un punto que nos es conocido para llevarnos a su terreno y allí someternos a un tratamiento revulsivo de esos que te dejan sin habla. Porque no sólo está lo que ocurre, un delicado acercamiento a la soledad y el cinismo e hipocresía propios de nuestros días, sino cómo se cuenta. Sobresaliente.

Este bocado de puro delicatessen viene aderezado con muestras no tan sabrosas pero suficientemente satisfactorias y fieles cumplidoras de la premisa. En "Sueño de nieve y barro" Marc R. Soto firma una historia de odio entre hermanos donde lo que ocurre es sólo una excusa para dejarnos llevar por la seductora voz del narrador. Un estilo trabajado y poderoso que supone una atracción inexcusable... aunque no sea terror. Más adelante nos encontramos con "Propiedad intelectual", en la que Santiago Eximeno juega con la idea de la inspiración y la génesis de las narraciones para crear un relato de horror moderno que transforma una inocuidad aparente en una turbadora conclusión. Una desasosegante vuelta de tuerca a la idea de los contadores de historias como ladrones de las historias de otros. Y antes de Palma se sitúa Nuria C. Botey, que a partir de una estampa manida (la atracción de un varón por una muñeca) redondea un cuento en el que la insana pasión por el objeto y la aparición de una grieta en una relación de pareja crean un conjunto notable, tan bien urdido como inquietante.

No decepciona "La ciudad de los ojos", en el que Carlos Gardini narra una vuelta desde el mundo de los muertos de un escritor para cumplir con una última entrega por la que ha de pagar un precio asolador. O Michael Arnzen, que sin deslumbrar recupera ese aire de indefinición que tiene el terror que más miedo nos produce: aquél que aun conociendo su fuente no acertamos a comprender. Tampoco son despreciables, a pesar de su convencionalismo, los relato de Sergio Gaut vel Hartman, con una demoníaca venganza de ultratumba fraguada por las víctimas de una dictadura militar, o Elia Barceló, que logra un final, inesperado y, en apariencia, demasiado improvisado, que coge desprevenido al lector.

Menos entonados están Pilar Pedraza, en un relato falto de chicha que mezcla la televisión de carne, espectáculo y relaciones al descubierto que se lleva hoy en día con los maltratos a las mujeres; o Santiago García, que firma una fantasía oscura en nuestra Guerra Civil que, a parte de no pegar ni con cola con el resto de narraciones, sacando al lector del corpus que forma el resto del libro, no funciona ni como reconstrucción histórica ni como aventura sobrenatural, ni como muestra de horror cósmico en la que fuerzas ajenas a este mundo efectúan en él sus juegos de poder.

El resto de cuentos se sitúan entre ambos grupos y sirven para redondear una iniciativa más que aceptable digna de una oportunidad. La pena es que la respuesta ante la iniciativa me temo que no haya sido acorde a la que la empresa demandaba y, si no me equivoco, aunque va a haber segunda edición, señal de que no ha habido fracaso, se va a confeccionar bajo el mismo criterio que la primera. Es decir, muchas ganas, un trabajo notable de creación, edición y corrección, y unos réditos nulos para los autores. No por el hecho de estar acostumbrados a este tipo funcionamiento deja de ser manifiestamente mejorable. Aunque claro, de los lectores depende que se pueda mantener o mejorar. Y como grupo, a la hora de hacer nuestras compras, somos tan tan tan miedicas...

© Ignacio Illarregui Gárate 2005
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