El Escorpión I: La marca del diablo

Guión Desberg
Dibujo y color Marini
Norma editorial
Le Scorpion 1: La Marque du Diable
2000

Abril de 2001
Traducción Abulí
Rotulación: Giorgier
56
páginas
Ilustración Enrico Marini

En el mercado franco belga es bastante normal que un mismo dibujante alterne varias series a la vez y vaya sacando alternativamente álbumes de cada una de ellas año sí año también. Marini, un diamante en bruto que ya parece pulido y muy seguramente la estrella de la BD más comercial del momento, no sólo hace esto sino que ahora se embarca en un nuevo proyecto que, a todas luces, puede resultar el más satisfactorio de todos en los que se encuentra metido. Después de haber trabajado en comics ambientados en un futuro más o menos próximo como Gipsy, y de confirmar su potencialidad con esa brillante revisión del mito vampírico adaptado a la actualidad que es Rapaces (de la que hasta ahora han aparecido dos tomos), cambia de época para ofrecernos una historia de capa y espada ambientada en Roma a mediados del siglo XVIII, siguiendo la tradición de los mejores folletines de Alejandro Dumas o las andanzas del Zorro.

El escorpión es un apuesto y joven aventurero que se dedica a buscar reliquias por las miles de catacumbas que se pueden encontrar en la ciudad de Roma. Sin motivo aparente El Cardenal Trebaldi, el maquiavélico villano de la trama, le condena a muerte y manda tras su pista a una asesina egipcia que, como todas las mujeres dibujadas por Marini, derrocha sensualidad en cada viñeta. La razón de esta animadversión parece estar relacionada con su madre, quemada en la hoguera por bruja, y una reunión crucial entre las más antiguas familias de la ciudad que quieren hacerse con el poder en manos del Papa.

Lejos de aquel Marini primerizo de Gipsy: La estrella del gitano en el que cada viñeta rezumaba a Otomo, ahora definitivamente ha afianzado su estilo personal repleto de brillantes diseños, una cuidada ambientación, un depurado estilo narrativo lejos del típico anquilosamiento que se puede encontrar en la mayoría de los ilustradores de la BD franco belga, y los prodigiosos colores que aplica a sus lápices. Además se nota que ha hecho los deberes documentándose sobre el período en el que se sitúa la historia, captando con un destacable acierto tanto los paisajes romanos como los vestidos y trajes típicos de la época. Un cóctel espectacular al que sólo se le puede acusar de un aparente y venial autoplagio, repitiendo caracterizaciones de otras obras suyas.

En el guión vuelve a coincidir con Desberg, con el que había trabajado en el western Etoile du désert, y que se muestra como un hábil dialoguista y un sólido contador de historias con una peculiar forma de narrar escenas que se desarrollan al mismo tiempo, rompiendo el esquema tradicional de páginas e intercalando las tiras de las tramas de forma bastante inteligente. Quizás su mayor "defecto" es el no saber romper con la tradición de ser un primer álbum, con todo lo que ello implica. Es una mera presentación para lo que ha de venir en el futuro, cosa perdonable si la comparamos con el placer que produce su lectura y el disfrute meramente visual que ofrece. 

Además la edición de Norma está a la altura de lo esperado (salvo por alguna falta de ortografía bastante increíble) e incluye 8 páginas de bocetos que, como es tradición de la casa, te los cobran como si fuesen fundamentales para entender la historieta. Una de esas lecturas obligadas para todos los buenos gourmets que no le hacen ascos al buen cómic europeo y a las historias de capa y espada de toda la vida.

© Ignacio Illarregui Gárate 2001
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