Peregrinos de Marte
José Antonio Suárez
Espiral
Octubre de 2003
261 páginas
Ilustración Koldo Campo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Marte, como segundo planeta más próximo a la Tierra, siempre ha sido un foco primordial en la atención del hombre. Sólo hace falta recordar el motivo por el que se le dio ese nombre para enfatizar su importancia. La ciencia ficción no ha sido ajena a este interés y ha situado en él innumerables historias, siendo origen de aquellos belicosos marcianos de Wells que tantos problemas nos crearon, escenario de las alocadas aventuras de la época pulp con John Carter a la cabeza o la estrambótica novela río Camino Desolación de Ian McDonald, y hogar de los extraños seres creados por Stanley G. Weinbaum en Una odisea marciana.

Y a partir de dos obras fundacionales como Crónicas marcianas de Bradbury, con su melancólica visión de la conquista, o la trasnochada Las arenas de Marte, de Clarke, nos hemos encontrado con todo tipo de historias que se centran en la llegada del hombre al planeta rojo y la colonización posterior. De las últimas publicadas las más memorables son la emocionante disección que hacía Frederick Pohl en Homo plus de las consecuencias que traería la adaptación del cuerpo humano a la atmósfera marciana, y el inmenso tratado científico-tecnológico-sociopolítico que nos ha legado Kim Stanley Robinson en su trilogía Marciana. Todo un manual sobre cómo será la colonización y los diferentes problemas que sin duda surgirán durante las primeras décadas.

Peregrinos de Marte no aporta nada nuevo. De hecho, para el que conozca un poco por encima estas novelas y haya visto películas tan recientes como Planeta Rojo, todo lo que aparece le sonará a ya visto (por no hablar de la IA que aparece, que es puro...). Sin embargo, a pesar de esta falta de novedad en las ideas, presenta una cualidad que hunde a la mayoría de las historias que imitan a otras sin aportar nada; todos los temas están aceptablemente digeridos y se orientan a formar un todo relativamente creíble. Suárez hace suya la máxima de: antes de meter la pata inventando cosas que no funcionan, imita a los que han triunfado. Y no lo hace nada mal.

Nos pone en un futuro a unos 100 años vista con la colonización de Marte estancada por la falta de fondos; un planeta Tierra repleto de problemas, con fuertes corporaciones haciendo su agosto; un bloque occidental gobernado por la UEE - Unión para la Exploración del Espacio (bloque occidental) enfrentado a la superpotencia China; una iglesia católica bien adaptada a los tiempos; los inicios de la Inteligencia Artificial; el primer intento de creación de seres adaptados a la atmósfera marciana;... Para ayudar a financiar la permanencia en el planeta, la UEE ha creado un instrumento por el que unos cuantos pudientes compran un lote de viaje más estancia a precio de oro, y al que se añade un sorteo por el que un ciudadano de a pie (en este caso una españolita) puede unirse a ellos. Así llegan cuatro variopintos personajes a la base de Candor Chasma, que unidos a los dos que trabajan allí se verán enfrentados a una serie de enigmas que amenazarán sus vidas, las que les rodean y la propia paz en la Tierra.

José Antonio Suárez, que hace tres años sorprendió al fandom nacional con su novela Nuxlum, cuenta los hechos a través de sendos narradores antagónicos, los trabajadores de Candor Chasma que reciben al grupo, con los que va jugando a construir dos visiones de una misma trama, explotando con habilidad las posibilidades del punto de vista subjetivo. Al ir intercalándolos con regularidad y solapando sus participaciones, obtenemos una visión de conjunto más completa que si sólo hubiese un protagonista, enriquecida por el nítido antagonismo que se aprecia en sus formas. Un sólido trabajo de caracterización que se ve empañado por los cuatro visitantes,  peor esbozados y demasiado ajustados a unos estereotipos que les hacen perder autenticidad. Especialmente en el caso de Sonia Alba, que resume en su interior dos roles tan manidos como el de neurótica profesora de secundaria martirizada por los alumnos con los que le ha tocado trabajar, y el de fiel seguidora de las teorías de la conspiración y el "ocultismo".

La intriga, que es el otro pilar en el que está fundamentada Peregrinos de Marte, está peor tejida, aunque se pueden distinguir dos divisiones de lectores. El lector avezado que conoce las fuentes antes mencionadas pocas veces se verá sorprendido por lo ocurrido, lo que juega en su contra. Aquél que no las conozca, sea capaz de olvidarse de ellas o no las intuya, disfrutará de las ideas que aparecen en cada capítulo y los giros que vaya pegando la trama, construida con un ritmo alegre y sostenido. Quizás el truco está en que son casi todo diálogos, pero Suárez consigue que suenen auténticos. Las conversaciones se suceden con velocidad y se apartan de lo que podría ser el día a día en esa situación para introducirnos de forma certera en la realidad cotidiana, social, económica, filosófica,... que viven los personajes. Esto ayuda a darle todavía una mayor agilidad que se convierte en su principal baza; sin ser una novela intrascendente (especula con oficio) se lee en un par de sentadas.

Un libro que merece la pena y que mejora la imagen que tenía de la colección de Juanjo Aroz, de la que sólo había leído Cinco días antes. A parte de hacer libros muy cercanos a la profesionalidad ahora ya puedo decir que tiene algún título que no desmerece a los que publican las editoriales establecidas. Como simple comentario final, lo que menos me ha gustado ha sido la portada. Resulta chillona en exceso (Marte no es tan rojo) y parece muy pixelada. Hace más de una década que dejé de fijarme en la portada de los libros, pero son detalles que se debieran cuidar para mantener la imagen que en los últimos años viene labrándose Espiral.

© Ignacio Illarregui Gárate 2004
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