Nox perpetua
Javier Negrete
SM
1996
1999

155 páginas
Ilustración
José Luis Navarro

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En los años de oscuridad de la década de los 90, cuando los autores españoles sólo tenían a su disposición publicaciones aficionadas que prácticamente sólo aceptaban relatos, el Premio UPC supuso un elemento dinamizador de inestimables consecuencias. No sólo por el cuantioso premio monetario que proporcionaba (y que atrajo a autores de renombre internacional como Robert J. Sawyer o Mike Resnick) sino por la posibilidad que ofrecía de ser publicado en una colección de amplio alcance, sirviendo de increíble mecanismo de difusión. Entre todos los autores nacionales premiados hay uno cuyo nombre está más unido a él que cualquier otro: Javier Negrete. No sólo porque lo ha ganado dos veces y obtenido la mención especial otras dos, sino también porque gracias a él ha escrito escrito y publicado otras novelas como Estado crepuscular (a puntito de ser reeditada) o Nox perpetua, que aunque no ganó reúne méritos suficientes como para haberlo hecho.

Como reconoce el autor en su observación final, y se puede constatar a las 30 páginas, el argumento le debe todo a la carrera que Amundsen y Scott establecieron a comienzos del siglo pasado para llegar al polo Sur, eso sí, cambiado apreciablemente. La acción se traslada al planeta Mehrs, donde una expedición formada por seis hombres procedentes de una sociedad férreamente estratificada se enfrenta a esta aventura desde sus particulares motivaciones y formas de entender el mundo, que serán puestas a prueba en su objetivo final cuando se topen con una sorpresa que les proporcionará la llave para descubrir de dónde procede su especie.

Para construir la trama, Negrete utiliza tres pasajes diferentes que intercalados en unas dosis muy meditadas construyen un ritmo demoledor. El primero es el diario canónico que lleva el protagonista, Ark Rhenius, que asépticamente cuenta lo que es el avance hacia el Polo de la expedición científica; junto a él aparece su diario personal, donde se muestra el viaje interno que realiza y revela sus pensamientos y sentimientos más profundos, acerca de su relación con sus compañeros y el amor que siente por una mujer inalcanzable (algo presente en otras obras del autor como La luna quieta); y finalmente, en pasajes en tercera persona, se desarrollan los momentos de acción, descubrimiento e interacción entre ellos.

 Si por un factor destaca Nox perpetua es por lo bien narrada que está y lo accesible que resulta, entroncando con las clásicas aventuras de mundos perdidos creadas a finales del siglo XIX y comienzos del XX por autores como Arthur Conan Doyle, Henry Ryder Haggard o Edgar Rice Burroughs que tantos buenos momentos nos han hecho pasar. Pero con el aliciente de que además de entretener, Negrete consigue emocionar con la tragedia que se avecina y ante la cual nuestros héroes se comportan con valentía a pesar de ser conscientes de que su futuro es más bien negro. Además, a partir de una premisa tan explotada en la ciencia ficción como una civilización que ha perdido el conocimiento de su pasado, logra algo, si no novedoso, al menos interesante.

De esta manera, a pesar de su predecible desarrollo, se constituye como un soplo de aire fresco que se devora en un par de horas y que deja una sensación muy agradable, con el deseo de leer más cosas de este autor. Lástima que el resto de su producción no sea tan fácil de encontrar, ni tan asequible.

© Ignacio Illarregui Gárate 2003
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