Mala racha
José Antonio Cotrina
Grupo editorial AJEC
Mayo de 2002
174 páginas
Ilustración de Jesús Ignacio Palacios

Relatos que contiene:

  • Mala racha

  • Tormenta

  • La Pirámide

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Con el fin de preparar una entrevista a José Antonio Cotrina para Cyberdark.net acerca de Las fuentes perdidas, novela recién publicada por La Factoría, estoy leyendo parte de sus relatos con los que no había cumplido todavía. Entre ellos se encuentran los recogidos en este libro, editado por el Grupo editorial AJEC hace año y medio en su colección Albemuth, que estaba sepultado en lo más profundo de la famosa y horrenda pila. Lamento que fuese así porque, sin ser un libro deslumbrante, resulta una sólida muestra de los elementos que ya había encontrado en su novela ganadora del UPC del 2000, "Salir de fase", y otros de sus cuentos publicados en revistas como Artifex o Gigamesh; historias con una ambientación excelente, contados con buen pulso y al que sólo pequeños detalles les impiden volar más alto. Igualmente es una estupenda piedra de toque para iniciarse en el mundo de José Antonio Cotrina, al hallarse en su interior las vías más significativas que ha trabajado a lo largo de su carrera.

Abre el libro la novela corta Mala racha, ganadora en el 2000 del premio Alberto Magno de relato de ciencia ficción, concedido cada año por la Facultad de Ciencias de la Universidad del País Vasco. La historia que nos cuenta tiene lugar en el mismo universo que la mencionada "Salir de fase", y para los que la hemos leído es todo un placer descubrir la relación que tiene con ella, al ser una nítida precuela que cuenta hechos previos, en parte desencadenantes de su argumento. Sin embargo el autor es lo suficientemente hábil como para que se puedan leer de forma independiente sin mayor problema. De hecho en ambas presenta su universo creativo desde puntos diferentes, construyendo dos narraciones complementarias cuya única reiteración se esconde detrás de lo que en el fondo son: thrillers herederos del cyberpunk.

 Mala racha nos zambulle en los barrios deprimidos de Europa, una de las lunas de Júpiter, donde Dorada James, una mujer a punto de perder el único cuerpo que se ha podido pagar, ve cómo se le presenta la oportunidad de su vida al toparse con un disco de personalidad mientras realiza unos trabajos en el vacío espacial sobre Ío. No sólo porque de esa manera podrá costearse un cuerpo mejor y salir de la pobreza en la que vive, sino porque podrá operar a su compañero, incapacitado en el pasado cuando trabajaba para Genetech, la macrocorporación que controla los designios de la humanidad.

Estamos de nuevo ante un entorno estimulante, con un sistema solar futuro donde las personas han sido compiladas en pequeños discos, lo que le permite a aquellos que se lo pueden permitir intercambiar de cuerpo; una idea descrita con todo lujo de detalles y a la que se le ha sacado el máximo partido. Y aunque parezca un tanto aventurado decirlo (el UPC es un premio de más quilates que el Alberto Magno), el argumento es más interesante que en la otra visita a este universo. La atmósfera decadente de su comienzo llega a hacerse opresiva, y a pesar de que la venganza vuelve a ser la fuerza que mueve los entresijos de la trama, esta vez está mucho mejor desarrollada, concluyendo sin necesidad de recurrir a recursos traídos por los pelos en un vibrante clímax final.

Como transición hacia la otra novela corta, y un poco de relleno, se ha situado "Tormenta", uno de sus primeros relatos aparecido en 1992. Haciendo un balance general, Cotrina se ha movido generalmente por terrenos más próximos al fantástico que a la ciencia ficción ortodoxa, y esta primeriza muestra de su producción es fiel prueba de ello. En un entorno cotidiano, como es un atardecer de verano en un paseo marítimo, sitúa una narración breve y lírica, que pretende evocar una historia de amor llena de nostalgia. Sin embargo el lenguaje y las imágenes con el que se expresa están lejos de la naturalidad que ha ganado con el tiempo, y la belleza que por momentos transmite resulta forzada, muy rígida y apergaminada.

La historia que cierra el libro, "La Pirámide", que fue finalista del Alberto Magno en el año 99, se acerca de una manera muy efectiva a la fantasía histórica con ramalazos de puro horror al transportarnos al antiguo Egipto en los tiempos de Tutankhamón. El joven Faraón, acompañado de su más fiel sirviente y unos ladrones de tumbas, deberá penetrar en el interior de una gigantesca construcción enterrada junto a las pirámides de Giza, protegida por los antiguos dioses que harán todo lo posible por impedir su entrada.

Contada con firmeza, nos traslada a la época del Imperio Nuevo sin aportar demasiados detalles, pero con un halo de credibilidad fundamentado en las breves descripciones que se hacen mientras nos enteramos de las maquinaciones contra las que tenía que luchar el joven faraón en la corte. Asimismo mezcla con habilidad los elementos reales y fantásticos, que al comienzo son prácticamente inexistentes y que aparecen de repente y de forma espectacular, con unas presencias terroríficas que se convierten en un peligro real que produce un limitado desasosiego. Pero, como muchas otras historias de este tipo, se alarga en demasía y se echa en falta que la conclusión se haya acelerado un poco. En un momento los sucesos parecen ocurrir sólo porque todavía hay demasiados ladrones de tumbas y hay que acabar con todos ellos, recalcando el riesgo al que se enfrentan. Algo absurdo después de todo a lo que se han enfrentado ya.

Al igual que el resto de los libros de la colección Albemuth, Mala racha tiene una de las mejores relaciones calidad precio que se puede recordar. Por menos de 6 € ofrece dos novelas cortas más que agradables de uno de los escritores de literatura fantástica más capaces de nuestro país, que destaca en una faceta difícil de encontrar: no sólo crea situaciones atractivas sino que cualquiera de los mundos que esboza captura nuestra imaginación como pocos. Por descubrir ese hecho diferencial merece la pena echarle un vistazo.

© Ignacio Illarregui Gárate 2003
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