Lo mejor de Jack Vance
Jack Vance
Brugera
The Best of Jack Vance (extracto)
1976
Mayo de 1977
Traducción de
José Manuel Pomares
188 páginas
Ilustración Futura Publishing, Ltd

Relatos que contiene:

  • Velero 25

  • El último castillo

  • La mariposa lunar

Nota: El resto de los relatos de The Best of Jack Vance se pueden encontrar en la antología Estación Abercrombie, también en Brugera

Condenada manía la de algunas editoriales de hace treinta años de sacar de un único libro de relatos dos, con el fin de no romper el número de páginas habitual en las colecciones de bolsillo. Vale que no es muy justo descalificar esa costumbre sin haber vivido aquel momento editorial, en plena crisis económica y con la necesidad de rentabilizar al máximo los derechos adquiridos. Pero, en cierta manera, se disminuye un poco el sentido de muchas de ellas, que dejan de ser "Lo mejor de" para transformarse en "Una parte de lo mejor de". Éste es el caso del libro que me ocupa, que si hubiese contenido todos las piezas del volumen original es posible que se hubiese "revalorizado" en parte, pero que tal y como se puede leer queda cojo y muy incompleto.

Lo mejor de Jack Vance (capado) ofrece 2 relatos y una novela corta escritos por Jack Vance a lo largo de la década de los 60 y son una clara muestra de su facilidad para crear culturas humanas creíbles alejadas de la nuestra, aunque están bastante lejos de las obras que le han hecho figurar con total justicia entre los más reputados escritores del género.

La pieza con más renombre de la antología es "El último castillo", una rutinaria historia de fantasía medieval con unos leves toques científicos. Su indudable virtud se encuentra en la verosímil sociedad que nos presenta, un sistema feudal con una brutal separación entre las castas, dirigido por una clase anquilosada y completamente alejada de la realidad de su mundo, lo que está a puntito de llevarle a la desaparición cuando los Meks, la casta más baja y encargada de realizar los trabajos manuales, se rebela y amenaza con borrarles de la faz del planeta.

A pesar del indudable triunfo creativo que supone la credibilidad de su propuesta, una vez terminada su lectura es imposible rechazar la sensación de que le tocasen los premios que ganó en una rifa (debían ir muy cortos de relatos meritorios), porque a parte de lo "original" (en este caso no mucho) y "extraño" del mundo y su sociedad, el resto es muy ramplón, previsible y ligeramente aburrido; curiosamente el mismo defecto del que adolece "La mariposa lunar", que cierra el volumen.

Este cuento está de nuevo fundamentado en una exótica civilización, muy conseguida, autoconsistente y plenamente original. Sin embargo termina revelándose como un vacío artificio desde el mismo momento en que el otro motor de su argumento, una trama de misterio, está llevada de una forma gruesa y escasamente hábil, desembocando en un final fruto de la casualidad que borra de un plumazo cualquier suspensión de la incredulidad conseguida.

Personalmente me quedo con el relato que abre la selección, una brillante transposición al espacio de las historias de marinos ingleses del siglo XVIII que tanto predicamento tienen hoy en día entre los seguidores de la narrativa histórica. En ella varios guardiamarinas son puestos a pruebas por un duro capitán durante un viaje de la Tierra a Marte en un velero solar, ese tipo de naves espaciales que utilizan inmensas velas impulsadas por la radiación del sol para desplazarse por el vacío. Es cierto que los personajes, salvo el capitán, una trasunto cósmico de William Blight, están apenas perfilados, pero no se puede negar la fuerza que tiene la vertiente cientificotécnica del argumento, centrada en el diseño y funcionamiento de las naves, además del interés por ver cómo se salvará la situación planteada.

Al final, Lo mejor de Jack Vance (capado) queda como un libro venial e intrascendente muy lejano de sus grandes y amenas novelas de aventuras, como El planeta de la aventura, los relatos de Cugel de La Tierra Moribunda o La trilogía de Lyonesse, donde a parte de una deslumbrante capacidad para imaginar culturas extrañas se revelaba como uno de los mejores escritores lúdicos de la narrativa fantástica.

© Ignacio Illarregui Gárate 2002
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