Estrella doble
Robert A. Heinlein
La Factoría
Double Star
1956

2001

Traducción Albert García
212 páginas
Ilustración Folnevar

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 La obra de Robert Heinlein acostumbra a dividirse en dos grandes grupos. Por un lado tendríamos su producción "adulta", serializada en las revistas de género más arraigadas de la época o editada directamente en las colecciones más potentes. Y después la llamada juvenil, aparecida en su mayoría en la editorial Scribners a lo largo de la década de los 50. La diferencia entre ambas, a parte de su lugar de publicación, queda clara desde el momento en que estas últimas estaban protagonizadas por tiernos adolescentes guiados por el estereotipado patriarca Heileniano, contando su lucha contra el enemigo de turno mientras descubrían la "crudeza" del mundo que les rodeaba e intuían El Camino para acabar con las injusticias. Personalmente me veo incapaz de diferenciar entre unas y otras, al encontrarme reiteradamente el mismo esquema una y otra y otra vez.

Cojamos por ejemplo esta historia, ganadora del premio Hugo del año 56 (probablemente el más mediocre de toda la historia). Tenemos un protagonista inmaduro incapaz de triunfar a pesar de sus sólidas dotes, una misión de vital importancia para la humanidad que supondrá el reto en el que forjará su carácter, un mentor (escindido en dos personajes) que le pinchará en la dirección necesaria para orientar sus esfuerzos, unos malos tontos que es imposible que ganen,... Simple simple simple y lo que uno esperaría de una historia juvenil al uso, de esas que se escriben con receta.

Igualmente hallamos toneladas de doctrina acerca del funcionamiento de la sociedad y los grupos de poder que la controlan, en un discurso donde Heinlein se queda a gusto contándonos cómo debe ser un buen político y un grupo de trabajo competente. Sin olvidarse de repetirnos por enésima vez por qué los gobiernos "reguladores" destruyen la democracia o las incontables bonanzas del liberalismo. Lo habitual pero en dosis más concentradas, que ya se sabe que hay que vender bien la moto a los lectores (y comerles un poco el coco)

 Lo que sí que se echa en falta en Estrella doble es precisamente ese tono de aventura que uno esperaría en una novela orientada a este sector, presente por ejemplo en Consigue un traje espacial o en Ciudadano de la galaxia. La acción brilla por su ausencia y es remplazada por las extensas peroratas que van intercambiando el protagonista y sus subalternos mientras arreglan la galaxia, asestan cachetes a sus contrincantes políticos y salen del entuerto en que se han metido. Esa carencia hace que las intenciones del autor no estén tan enmascaradas y todo resulte demasiado evidente.

No hay mucho más que contar. Sólo que se lee con facilidad, lo que demuestra su sobrada capacidad como contador de historias y su notable habilidad para encantar serpientes. Además, detrás de todo lo maniqueo y tendencioso que pueda llegar a ser, deja salir un claro tono antixenófobo y en pro de la diversidad cultural que merece la pena recuperar. No por nada, por muy facha que parezca en ocasiones, Heinlein era simplemente un rancio ultraliberal que primaba la autoridad del Hombre por encima de todo. Claro que ese Hombre era él, y gran parte de su ideario reprobable.

© Ignacio Illarregui Gárate 2004
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